Salud renal: los beneficios de la actividad física
Por Comité de Ejercicio y Enfermedad Renal, Sociedad Chilena de Nefrología.
Uno de los componentes fundamentales para el bienestar general de las personas, es la mantención de una buena salud renal. Mantener un estilo de vida saludable, que incluya el ejercicio físico como estrategia, ayuda a prevenir enfermedades y trastornos renales. Esta recomendación no sólo aplica para personas sanas, sino que también para personas afectadas por enfermedad renal, eso sí, con estricta supervisión del equipo médico tratante.
La actividad física se define como cualquier movimiento corporal producido por los músculos que requiere gasto de energía, haciendo referencia a toda la variedad de actividades y movimientos que incluyen actividades cotidianas como bailar, caminar, subir y bajar escaleras, actividades domésticas, entre otras. Por su parte, el ejercicio físico es una actividad planificada y repetitiva con el objetivo de mejorar o mantener la aptitud física, la salud o el rendimiento atlético. Al igual que un medicamento, el ejercicio físico debe ser dosificado con una frecuencia, intensidad, tiempo y tipo de ejercicio determinado, teniendo un objetivo definido a través de un programa o plan específico, supervisado idealmente por un Kinesiólogo/a o profesional de la salud.
Por el contrario, el sedentarismo, hace referencia al estilo de vida carente de movimiento corporal, pasando muchas horas del día sentado o acostado sin actividad física alguna, lo que puede provocar daño en nuestra salud física y mental.
A continuación, se muestran algunas imágenes que ilustran estos conceptos:
La siguiente figura nos muestra la pirámide de actividad física que debiéramos seguir en nuestro día a día para mejorar nuestra salud y bienestar, comenzando con actividad física diaria y terminando la pirámide con la reducción al máximo del sedentarismo.
Según diversos estudios, la actividad física regular y el ejercicio físico, además de que permite mantener la forma física y mejora la salud cardiovascular, también nos ayuda a preservar nuestra salud renal. A continuación, te contamos algunos de estos beneficios:
Una de las principales contribuciones de la actividad física a la salud renal, es su impacto positivo en la presión arterial y el flujo sanguíneo corporal, incluyendo el renal, permitiendo que estos trabajen de forma eficiente. Estudios científicos respaldados por la American Kidney Fund han demostrado la efectividad del ejercicio físico regular en el control de la presión arterial, reduciendo así el riesgo de enfermedades renales. A su vez, en personas con hipertensión arterial, es una de las principales estrategias para optimizar el logro de las metas terapéuticas en adición a la terapia farmacológica.
Mantener un peso corporal adecuado es crucial para la salud renal. La Sociedad Española de Nefrología destaca que la actividad física regular, combinada con una dieta equilibrada, puede ayudar en la pérdida de peso corporal a través de la reducción del tejido adiposo, previniendo el desarrollo de obesidad, enfermedad que sobrecarga de trabajo a los riñones y favorece su deterioro.
Múltiple evidencia científica demuestra que la actividad física mejora la función cardiovascular, lo que a su vez beneficia la salud renal, por lo que es recomendable su realización, tanto en personas sanas, como para personas afectadas con enfermedad. Un corazón más fuerte y eficiente contribuye a un mejor flujo sanguíneo hacia los riñones, favoreciendo su funcionamiento óptimo.
La diabetes es un importante factor de riesgo para enfermedades renales. La Asociación Americana de Diabetes destaca que la actividad física regular reduce el riesgo de diabetes tipo 2, ya que el ejercicio regular desempeña un papel crucial en la regulación de los niveles de glucosa en la sangre, contribuyendo así a la protección renal.
Es importante tomar en cuenta que el exceso de ejercicio físico también puede ser perjudicial para la salud de las personas, si es que se realiza sin supervisión y con objetivos distintos a la de la salud de las personas. El uso de dietas y consumos elevados de suplementos y fármacos para elevar el rendimiento de las personas inciden negativamente en la salud renal de las personas; de hecho, en los últimos años ha aumentado la consulta nefrológica en este tipo de personas.
En conclusión, la actividad física y el ejercicio físico regular no sólo contribuyen al bienestar general, sino que también desempeña un papel crucial en la preservación de la salud renal, siempre y cuando se realice con supervisión de un/a profesional de salud. Un estilo de vida activo nos permite optimizar la función renal y reducir el riesgo de enfermedades renales a largo plazo.
¡¡MUÉVETE POR TUS RIÑONES!!