01 de Feb de 2021 5330 Visitas

Médicos desarrollan un revolucionario biomarcador para la detección precoz de Injuria Renal Aguda

El doctor Luis Michea, director del estudio, entregó detalles sobre los procesos y proyecciones que se esperan a partir de los resultados.

1.658 muertes al año. Esa es la cifra de los fallecimientos que podrían evitarse si se comprueba la efectividad del nuevo biomarcador para la detección precoz de la Injuria Renal Aguda (AKI) que está desarrollando un grupo de médicos y profesionales del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, entre ellos los doctores Luis Michea y Luis Toro, miembros activos de la Sociedad Chilena de Nefrología.

Ellos son los directores del proyecto “Validación de un Biomarcador Combinado para el Diagnóstico Precoz de Injuria Renal Aguda: Estudio Clínico Prospectivo Multicéntrico”, que el 2019 se adjudicó un Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF), y que busca abordar la dificultad diagnóstica de AKI.

La investigación, que concluirá la fase clínica a finales de 2022, se basa en estudios previos que permitieron identificar tres proteínas plasmáticas que hacen posible la creación de un nuevo biomarcador, que hasta ahora muestra una precisión significativamente mayor que los que actualmente se encuentran autorizados y disponibles en el mercado nacional.

Se trata de un polinomio que permitiría la predicción precoz del desarrollo y presencia de AKI en pacientes hospitalizados en Unidades de Pacientes Críticos (UPC) y se estima que, de comprobarse su efectividad y junto a una estrategia de pesquisa precoz nacional, podría evitar el ingreso a Tratamiento de Reemplazo Renal (TRR) de 352 pacientes al año.

¿Cómo surgió el estudio?

Surgió a partir de la tesis doctoral del doctor Luis Toro –director alterno del estudio– quien está cursando su beca de nefrología.
Comenzamos estudiando los efectos de la Insuficiencia Renal Aguda en los niveles plasmáticos de Eritropoyetina (EPO), Klotho y el Factor de Crecimiento Fibroblástico 23 (FGF23) y, según lo que encontramos en la fase de experimentación, estudiamos un grupo pequeño de pacientes que en la Unidad de Paciente Crítico desarrollaban enfermedad renal crónica, donde comprobamos los hallazgos que habíamos encontrado. Luego comenzamos los estudios clínicos.

¿Cómo desarrollaron este nuevo biomarcador?

Una vez que identificamos que cuando hay AKI sube rápidamente el FGF23 y baja el Klotho, empezamos a hacer cálculos para determinar cuál de las combinaciones o de los factores por sí solos era un mejor predictor de la aparición y desarrollo, en las primeras 48, horas de AKI. Así nos dimos cuenta que la combinación de los tres, conformaban un biomarcador con mayor sensibilidad y especificidad.

¿En qué fase del estudio están actualmente?

Ahora estamos llevando a cabo un estudio multicéntrico para la validación del nuevo biomarcador, el cual también comparará los resultados con los dos biomarcadores disponibles en el mercado, para determinar si es igual, mejor o peor que los biomarcadores que hay disponibles.

¿Cómo revolucionará la práctica clínica y la industria de tener buenos resultados en el estudio?

Esto podría tener dos resultados de corto plazo. Primero, nos permitirá conocer mejor los mecanismos de daño: qué es lo que lleva a desarrollar una insuficiencia renal aguda. Hasta ahora no hay manera de predecirla y la Creatinina, que es lo que se usa hasta ahora, no sube hasta 48 horas después que se produce el daño y no sabemos qué pasa en ese periodo.
Entonces, si tenemos un biomarcador que es capaz de anticiparse a la Creatinina, en 48 horas vamos a poder estudiar los mecanismos de daño y eso debería ayudar a la prevención y tratamiento de estos pacientes.

¿Planean colaborar con investigadores de otros países para ampliar los resultados?

Sí. Si obtenemos los resultados esperados, deberíamos pasar a una fase de validación internacional y, por otra parte, a la fase de producción de un kit prototipo para ser aplicado en el contexto clínico de las Unidades de Pacientes Críticos.

¿Cuál sería el impacto de esto en el sistema de salud?

Es difícil predecirlo a priori, pero voy a usar como analogía el infarto agudo al miocardio: antes de que existieran biomarcadores para poder hacer el diagnóstico precoz de esta patología, tenía una mortalidad entre el 30% y 50%. Después de que se desarrollaron los biomarcadores, la mortalidad en Chile se redujo a menos del 10%. Entonces, si en la Enfermedad Renal Crónica (ERC) lográramos tener un biomarcador avanzado que permitiera mejorar el tratamiento y la prevención, se podría esperar una disminución de la mortalidad por AKI, que actualmente se estima en un 40%.

Por otro lado, como la cuarta parte de los pacientes que sobreviven a AKI desarrollan ERC durante el año –o sea que requieren TRR–, también esperaría que disminuya el número de pacientes que necesiten diálisis, lo que implicaría un enorme alivio al sistema de salud porque todos sabemos el costo que tiene a nivel personal, familiar y sanitario la enfermedad renal crónica.